Testimonio: "Cuando los hijos no llegan" - Instituto Coincidir
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Testimonio: «Cuando los hijos no llegan»

Estamos en la semana del día del padre, son días de pensar con ilusión en honrar a nuestro padre y soñar con el día en que podamos serlo nosotros también.

Compartimos con vosotros una de las cartas que ha llegado a Coincidir recientemente. La replicamos en su integridad y esperamos que el mensaje que contiene os sirva en el camino que estéis recorriendo.

«Cuando estaba soltero, me decían que a ver cuándo me casaba. Cuando te casas, te preguntan por los hijos (y a veces de forma impertinente).

Cuando hicimos los cursillos prematrimoniales, nos hablaron de la educación de los hijos, la paternidad responsable, etc.

En el escrutinio del matrimonio dijimos sí a estar dispuestos a recibir los hijos como fruto de nuestro amor. En la bendición nupcial, el sacerdote pidió “que su unión sea fecunda, sean padres de probada virtud”.

Y pasan los meses, y los hijos no llegan. Te empiezas a preocupar. La gente de tu entorno te pregunta de forma sutil (o no). Los que se casaron en fechas cercanas a la nuestra, ya tienen hijos. Pasa más tiempo y te pones en manos de médicos. Yo encima soy médico. Te haces pruebas y todo está bien. La mujer es que la se lleva la peor parte: ecografías, histeroscopia, análisis hormonales, pinchazos de hormonas, pastillas, vitaminas, etc. Y te ofrecen la inseminación o fecundación in vitro, la tentación de la historia, de hacer tú de Dios. Afortunadamente, mi mujer y yo lo teníamos claro: no era ese el camino a seguir.  Siendo católico, te sabes la teoría, pero nadie te informa. En las catequesis que recibimos, en muchas se habla de los hijos, pero nunca se habla de “¿y si no vienen los hijos?”. Pides consejo y te dicen “confía en Dios”, o “pídele a tal santo/santa que seguro que os lo concede”. Lo cual en mi caso me genera más frustración (y no dudo de la buena voluntad de la gente).

Mi mujer y yo nos movemos en un entorno de familias numerosas, donde lo normal es tener varios hijos. Cuando tú no los tienes, te sientes el raro. Cada vez que una pareja cercana se queda embarazada, sientes una especie de alegría, tristeza y envidia. Una espada te atraviesa.

Es duro. Hemos pasado momentos de mucha tristeza. Hemos derramado lágrimas (a veces en silencio). La clave para nosotros ha sido hablarlo, decir cómo nos sentimos, hasta dónde queremos llegar, qué es lo que no queremos. Estamos en paz: estamos abiertos a la voluntad de Dios, no como algo teórico, sino real. Hemos investigado otras opciones, pero también hemos sentido que nos podían hacer daño como matrimonio. Porque lo importante es el matrimonio