¿Por qué mi hija no deja de silabear cuando lee? - Instituto Coincidir
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¿Por qué mi hija no deja de silabear cuando lee?

Esta era la pregunta que se hacía la madre de María una y otra vez hasta que decidió traerla a consulta, con el fin de poder dar respuestas a sus dudas.

María, es una niña de siete años, inteligente, alegre, creativa, le gustan mucho las manualidades y es muy viva, es decir, entiende rápido lo que le estás diciendo y lo pone en marcha. Así comienza la descripción que hace su madre de María en la entrevista que mantenemos previa a una posible evaluación. Y por lo que parece hasta aquí, no hay ninguna cosa por la que alarmarnos. Sigue describiendo su desarrollo y parece estar dentro de la normalidad: primeras palabras, primeras frases y sus primeros pasos están dentro de los parámetros adecuados.

El rostro de su madre refleja una preocupación más acentuada cuando comienza a hablar de su escolarización. Todo parecía marchar bien hasta que comenzó con el aprendizaje de la lectura y la escritura. Ya en segundo de infantil, le costó aprender las vocales, ya que confundía algunas y tardó en discriminarlas más de lo habitual. Cuando comenzó a introducirse en el aprendizaje de las consonantes, sus dificultades aumentaron ya que le costaba recordar la letra que aprendía (los nombres de las letras y su sonido). Así poco a poco, y con mucho esfuerzo, podríamos decir que María “arrancó a leer”, -comenta su madre.

Con toda la información aportada en la entrevista y con algunas notas que sus profesores han ido reflejando en sus boletines de estos cursos, decidimos realizar una evaluación que nos diera más datos que nos llevarían a un diagnóstico claro.

DIAGNÓSTICO: Después de valorar, no solo su lectura y escritura, sino también otras conductas o procesos cognitivos que nos ayudan a descartar y/o corroborar otros posibles trastornos, se vio que el diagnóstico de María era: dislexia.

Para aquellos que quizá no tenéis un conocimiento preciso del trastorno, diremos que la dislexia es una dificultad específica del aprendizaje de la lectura con un origen neurobiológico.

Se CARACTERIZA por:

  • dificultades en el reconocimiento preciso y fluido de palabras
  • y por problemas de ortografía y de codificación.

Estas dificultades provienen de un déficit en el componente fonológico del lenguaje que es inesperado[1] (una dificultad que no se relaciona con déficit sensoriales, trastornos conductuales graves, déficits intelectuales o una pobre escolarización) en relación con otras habilidades cognitivas que se desarrollan con normalidad.

Esta es una definición muy técnica de la dislexia que quizá a algunos padres no familiarizados con el tema se os pueda hacer algo incomprensible. Pero sí que entenderéis, porque así lo podéis ver en vuestros hijos si tienen este tipo de dificultad, algunos de los errores que aparecieron en la evaluación de la lectura de María:

  • lectura no fluida y no automatizada;
  • adición, sustitución u omisión de letras;
  • vacilaciones; deletreo; silabeo;
  • repetición y/o rectificación de sílabas o palabras;
  • rotación (p-b, d-b, p-q, etc.);
  • inversión de letras (pie por pei);
  • inversión de sílabas (piruleta por pirutale);
  • errores sintácticos (cambio de número, de género, etc.).

En la escritura encontramos errores como:

  • Unión y separación de palabras,
  • sustitución de letras y faltas de ortografía.

También encontramos que:

  • su comprensión era adecuada, tanto a nivel oral como la comprensión lectora,
  • su velocidad lectora estaba por debajo de la media de su curso y
  • el tiempo empleado para escribir el dictado (una de las pruebas que se administró) fue mayor de lo esperado para su edad y curso.

Una vez que se tuvieron todos los datos, se entregó un informe a los padres de María en el que se les explicaba que su hija tenía una dislexia, en qué consistía y que dificultades suponía este tipo de trastorno. También hablamos del tipo de intervención que seguiríamos y dimos algunas pautas para casa y para el colegio.

DUDAS QUE PUEDEN SURGIR EN LOS PADRES: Como es lógico, a sus padres les surgieron algunas dudas que ayudamos a resolver, por ejemplo:

  • ¿la dislexia se cura? Una enfermedad se puede curar, pero la dislexia no es una enfermedad. En la dislexia podemos mejorar el nivel lector, la ortografía, la velocidad, etc., llegando en muchos casos a que no interfiera en su vida diaria si se hace un abordaje precoz.
  • ¿tendrá dificultades en comprender lo que lee? La dislexia es una dificultad en la decodificación, por lo tanto, no tiene por qué tener dificultades en la comprensión siempre y cuando el texto al que se enfrente sea de longitud y nivel de dificultad correspondiente a su curso.
  • ¿es bueno que se le ponga la “etiqueta” de dislexia? Las etiquetas nos ayudan cuando son positivas, es decir, cuando se ha hecho un diagnóstico previo que nos ayude a entender lo que pasa y a tener un plan de trabajo tanto en las sesiones de intervención como en las pautas que se sigan en casa y en el colegio.

[1] International Dyslexia Association (IDA, 2002; Lyon, Shaywitz y Shaywitz, 2003)