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La necesidad de aprobación

Hoy en día nos fijamos en aquello que es trending. La inclusión de este “–inglicismo” en la inconsciencia colectiva y consumista en la que nos movemos, y pese a no haberse inventado nada nuevo,  actúa como irresistible reclamo para los llamados influencers y youtubers, entre otros. Estos nuevos “líderes de opinión” están ávidos de generar o propagar las tendencias que consideren según su “criterio”, con el fin de conseguir hacer sus contenidos virales y ver incrementar sus “likes”, seguidores, y, por qué no, su dinero, fama y reconocimiento.

La crisis de la adolescencia

Me gustaría centrarme en cómo afecta este último aspecto a los adolescentes. La adolescencia es el periodo en el que comenzamos a sentar las bases del adulto que vamos a ser. Es un periodo de cambio, de búsqueda, de ensayos y, sobre todo, de errores e inseguridad. El adolescente busca identificarse con alguien o algo que reúna cualidades que para él o para su entorno social sean positivas. Es por esta búsqueda la que les hace ser más sensibles a lo trending.

Que las personas que se dedican a generar estas tendencias, ya sea por afición o por “oficio”, son conscientes de esta realidad no me genera ningún tipo de duda. Ahora bien, ¿y de lo que pueden causar en su público más joven a un nivel más profundo? Algunos adolescentes únicamente se quedan en el postureo, en el aparentar que se identifican con determinadas realidades. Pero he ahí el punto. Se les está incentivando a aparentar, a fingir, a pensar que lo que importa es lo que se vea de ti, de la ropa que vistes, lo que comes. En ningún caso, quién eres.

El imbuirles de esta endulzada necesidad no hace sino alejarles de aquello en lo que deberían estar centrados: en buscar esa conciencia individual, única,  que cada uno somos. En descubrir quiénes son, qué les gusta, qué talentos o qué sueños tienen, qué está bien y qué no.  Todo ello, que si cualquiera lo leyera, podría encontrar que son aspectos positivos para cualquier individuo, queda supeditado por esta imperante necesidad, generando en muchos casos graves problemas de autoestima y afectividad, de intolerancia a la frustración, de dependencias materiales, entre otros.

Por ello, padres y formadores, reflexionemos.  No alimentemos el que nuestros jóvenes piquen estos cebos. La mejor manera de hacerlo es no picando nosotros mismos, pues somos los primeros referentes para ellos. Enseñémosles que lo importante no es el vano reconocimiento social obtenido por hacer o por tener esto o lo otro. El reconocimiento que se ha de valorar es el que se profesa hacia aquellos que, sin buscarlo, SON bondadosos, humildes, íntegros, honestos, perseverantes, AUTÉNTICOS.

Miguel Valentín-Gamazo

Experto en orientación de adolescentes