08 Mar Familia y Discapacidad
La espera de un hijo deseado es siempre para los padres un momento de incertidumbre lleno de ilusión y expectativas de futuro positivas e ideales. Cuando una pareja está en la espera del fruto de su amor mutuo comienza, casi de manera inconsciente, a ponerle cara a un bebé imaginario el cual siempre es hermoso, alegre y despierto. Un bebé al que los padres ya han puesto un nombre, han comprado ropita y han imaginado en un colegio concreto jugando con unos amiguitos tan perfectos como él. Pero, en ocasiones, esta imagen se desmorona cuando a los papás se les comunica que ese hijo tan deseado no corresponde a su imagen mental porque va a nacer o ha nacido con una discapacidad.
En este momento, los padres necesitan recomponerse, reflexionar y reelaborar la imagen que ya tenían de un hijo que no va a venir al mundo. Es un momento duro, lleno de inseguridades e incertidumbre en el que probablemente se necesita un hombro en el que apoyarse.
Durante los años 80, numerosos estudios y autores, se empeñaron en demostrar científicamente el hecho de que la discapacidad aportaba a la familia aspectos negativos. Se hablaba de que era una sólida causa de divorcio y una situación que provocaba en la familia niveles altos de estrés, de depresión (especialmente maternal), de ansiedad y de ruptura de relaciones sociales y familiares.
Sin embargo, gracias a los avances en la ciencia y en el pensamiento social, actualmente este paradigma ha cambiado radicalmente e importantes investigaciones realizadas en prestigiosas universidades e instituciones abogan por la parte positiva que la discapacidad aporta a la familia:
- La mayor unión entre los miembros de una familia que han tenido que superar juntos un reto: el cuidado y la crianza de un nuevo miembro del grupo lleno de necesidades pero también de vida y de alegría,
- Una visión positiva de la vida que conlleva a la apreciación y el disfrute de los pequeños momentos y la reconsideración de lo que es realmente transcendental,
- El aprendizaje de nuevos valores como el amor, la generosidad y el altruismo, la tolerancia, la aceptación incondicional de las diferencias individuales o la paciencia y el sentido de la dignidad humana,
- El estrecho vínculo que padre y madre han establecido, después de una toma de decisiones difícil pero satisfactoria y enriquecedora,
- La apreciación de manera profunda de las diferencias humanas,
- O la maduración de los demás hijos que se han convertido en hermanos responsables y comprometidos.
De este modo, no es difícil encontrar testimonios familiares que aseguran que la discapacidad de sus hijos ha brindado la oportunidad al conjunto familiar de consolidar un tejido de relaciones más cercanas, sólidas y profundas, haciendo a sus miembros mejores personas.
Es importante, sentirse apoyado por la pareja, la familia, los amigos…. en este proceso de aceptación y asimilación. Un proceso lleno altibajos, pero lleno a su vez de momentos de felicidad tan grandes y amor verdadero que van a conseguir poner nuestras vidas patas para arriba, para volverse más dignas y mucho más plenas.
Laura Serrano Fernández