Entrevista: “A veces, por culpa de lo urgente, aparcamos lo importante” - Instituto Coincidir
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Entrevista: “A veces, por culpa de lo urgente, aparcamos lo importante”

María Álvarez de las Asturias, asesora familiar, explica que en las relaciones “no hay que conformarse con un ir tirando”

María es coautora de libros como “Una decisión original” o “ReDescubrir a la familia” (ambos, en Palabra) en los que aborda con realismo y sentido común algunos desafíos cotidianos de las parejas. Recibe a Mundo Cristiano en la sede del Instituto Coincidir. Allí trabajan el asesoramiento personal y familiar en un doble sentido: la formación a través de conferencias y cursos; y la intervención con profesionales para ayudar a solucionar las dificultades y las crisis personales y familiares.

—Ahora parece que son necesarias instituciones y centros de ayuda a las familias, en acompañamiento y formación. Pero antes no se estudiaba para ser padre.

—Lo primero, porque el ritmo de vida que llevamos hoy es superacelerado. Luego, la estructura social ha cambiado. Hay menos apoyo a la institución familiar. Las familias están muy solas. Por motivos económicos y laborales está muy complicado sacar adelante una familia y la relación humana sobre la que se sustenta toda familia se ve afectadísima por la falta de tiempo, por factores de estrés, por esa soledad… Conciliar hoy es prácticamente imposible.

—En su instituto, imagino que la mayoría de la gente llega con algún problema.

—En realidad, aquí viene todo tipo de personas. Algunas que vienen con una dificultad personal, por ejemplo, de relación, de falta de habilidades sociales. Algunos vienen sin saber cuál es su problema concreto, pero ven que su relación matrimonial o con sus hijos, no es todo lo buena que debería ser. Podrían conformarse con un “ir tirando”, pero, con buen criterio, les parece que en las relaciones personales no ser trata de “ir tirando”, sino solucionar esas peque- ñas cosas que aún no provocan grandes dificultades, pero que pueden llevar a una distancia mayor.

La ayuda no es solo cuando hay una ruptura a la vista; de hecho, la idea es atender a las personas cuando empiezan a tener una pequeña dificultad. Y no conformarse con un ir tirando.

Falta de conocimiento

—¿Cómo se entiende que, ahora que cada vez es más frecuente que las parejas convivan antes de casarse, persista esa falta de conocimiento al otro?

—Es que no es lo mismo convivir sin un proyecto definitivo (sea matrimonial o no) que si lo hay. En el fondo, si no hay proyecto definitivo, es una especie de relación de amigos, aunque tengan manifestaciones similares a una pareja con intención matrimonial. Pero la base no es la misma. Ahora, muchas parejas conviven y están llevando una relación de novios, de novios que viajan juntos, que tienen relaciones, que tienen mucha actividad de “hacer cosas”. Pero formar una familia es muy distinto. No es lo mismo conocerse con intención de asumir responsabilidades, que es mucho más que pasarlo bien juntos.

Y conocerse lleva tiempo. Uno no se muestra al otro de golpe. Las cosas que necesitas mostrar, al ser importantes, precisan tiempo. Tener relaciones sexuales demasiado pronto, en cierta manera dificulta el conocimiento de otras cosas que son muy importantes en la relación de pareja. Por ejemplo, puede haber puntos de vista diferentes que llevan a discusiones, y estas discusiones no se resuelven. Tal vez se resuelven con una relación sexual. Pero el motivo que llevó a la discusión queda sin resolver, porque se ha resuelto en falso. Además, las relaciones sexuales atan a las personas, en el sentido de que crean vínculos entre las personas. Y por eso en ciertos casos, privan de libertad a la hora de decidir romper una relación, que se revela como no conveniente.

—¿Percibe en las parejas una cierta falta de comprensión de lo que significa realmente un matrimonio (o un proyecto de vida estable)?

—Absolutamente. Se ve el matrimonio como una limitación, y como una pérdida de libertad, y con “bajar de categoría”: ya no vamos a poder hacer las cosas que hacíamos antes de casarnos.

«Cuando hablas a los jóvenes de lo que es ralmente un proyecto matrimonial, o de vida juntos, les descubres un mundo que desconocen»

—¿Cómo ayuda a esas parejas un instituto como Coincidir?

—Cuando hablas a los jóvenes de lo que es realmente un proyecto matrimonial, o de vida juntos, les descubres un mundo que desconocen. En nuestra sociedad, en la que pensamos que cualquier compromiso es contrario a la libertad, el matrimonio tiene muy mala prensa (casi todo lo que se recibe a través de los medios es negativo), pero los jóvenes que vienen se dan cuenta de que un proyecto de vida con una persona a la que quieres es algo realmente muy bueno. Les ayudamos a redescubrir la belleza del matrimonio y del amor.

A nosotros nos preocupan mucho las heridas que reciben las personas en sus relaciones diarias, y que, con una intervención relativamente fácil, se pueden sanar. A veces todo se reduce que lo urgente que tenemos en el día a día nos lleva a aparcar lo importante. Lo aparcamos y no encontramos el momento de afrontarlo y, a veces, cuando encontramos el momento, las heridas ya son muy grandes. Y al volver a comunicarse empiezan a reencontrarse.

Problemas más habituales

—¿Cuál es el problema más frecuente que ve entre las parejas?
—Hay muchas dificultades de comunicación. No solo no saben decir bien las cosas que necesitan, sino también hay temor a ponerlas encima de la mesa. Hay que ayudar al que necesita contar y al que tiene que aprender a escuchar. A veces, ante un tercero objetivo es más fácil poner las cosas encima de la mesa, con menor carga emocional que en la cocina de casa. La orientación es una herramienta que interviene cuando ellos, por la razón que sea, no han sido capaces de hablar ellos solos.

—Y, ¿además de la comunicación?

—Estamos encontrando también muchas dificultades por infidelidades no solo sexuales, también enganches emocionales. También aquí hay que decir que influye la organización laboral. Se pasa más tiempo con un compañero de trabajo que con el cónyuge. Y en situaciones en las que posiblemente se puede hablar con mayor tranquilidad. Porque luego, cuando el marido o la mujer llegan a casa, lo hacen tarde, y estresados porque hay mucho por hacer y muy poco tiempo. Al final, ¿cuándo se sienta uno con su cónyuge para hablar?

Así, se acaban estableciendo vínculos con los compañeros de trabajo que, si la relación de pareja no va bien, pueden derivar hacia un principio de infidelidad.

—En este ámbito, ¿cree que todo problema tiene solución?
—La inmensa mayoría, sí. Hay dificultades psiquiátricas, por ejemplo, o patologías, en las que la persona no es dueña de solucionarlo. Pero en lo que depende de la libertad de las personas, sí hay una posibilidad de solución.

Nuestra experiencia es que la inmensa mayoría de los que han pasado por aquí han salido fortalecidos personalmente y mejor de lo que llegaron.

—¿Tiene casos concretos, con final feliz?

—Esto no es magia. Aquí normalmente llegan mal; si no, no vienen a pedir ayuda. Pero empiezan a ir mejor. Se registra un pico de mejoría al principio, porque se mejora solo con abordar los temas pendientes. Cuando se empiezan a tocar los puntos más sensibles, hay una caída. Porque es un tema que a ninguno nos gusta. De hecho, agradezco la confianza a quienes vienen: no es fácil abrirte y contar tu vida a otro.

Luego vuelve a haber subidas y bajadas. A lo mejor, en tres días, lo que iba fenomenal, se viene todo abajo de forma inesperada. Pero eso forma parte del proceso. Con el tiempo, los picos y bajones se van alargando en el tiempo, y cada vez se estabiliza más lo de “esto va a mejor”. Generalmente, los matrimonios que han pasado por aquí, siguen solos y siguen bien. Y aprenden que, si tienen una dificultad puntual, llaman, vienen a algunas sesiones, se llevan las herramientas necesarias, y siguen.

Tenemos matrimonios que han llegado pensando en una separación, o separados de hecho, y ahora están juntos, y bien. También hay personas que no han podido solucionar lo que querían; pero no pasan por todo esto solos, y eso ya es una ayuda importante.

—En el fondo, son ellos mismos quienes arreglan su situación…

— Sí, pero aquí está la orientadora familiar, que tiene la formación en las herramientas de mediación familiar y de coaching familiar que proporciona a los matrimonios para que sean capaces de llegar por si solos. La mediación familiar no consiste en que el profesional te da la solución, sino que te ayuda a ir acercando posturas para que sean los propios interesados los que lleguen a la solución. Sin recetas comunes.

Redes sociales

—En tema familiar, ¿cómo ha influido internet y las redes sociales?
—Mucho. Por experiencia, te digo lo que influye más negativamente. Primero, la presión de la inmediatez. Estás continuamente recibiendo mensajes. Y estás con tu familia, cenando con tus hijos, y te están entrando mensajes continuamente. Es decir, lo que viene de fuera, que son cada vez más cosas que nos requieren respuesta inmediata, nos entran en casa y alteran el tiempo que pasamos en familia. Aunque estés con tu marido y tus hijos, pues no estás del todo.

Las redes sociales, aparte del tiempo que les dediques, más allá del riesgo de adicción o uso desordenado, el peligro que presentan es de si eres tú en la red o estás empezando a tener una doble vida.

El modo de comunicamos en las redes también nos empieza a afectar a cómo nos comunicamos entre las personas. No somos capaces de mantener la atención en una sola cosa todo el rato, en algo que no sea una novedad. Si alguien se demora en contarte una cosa ya no le prestamos atención. Todo lo que buscamos es novedad, pero nos afecta porque para contar las cosas importantes necesitas tiempo.

Y, además, el contacto a través de cualquier red social puede derivar en pasar los límites de lo que se contaría a otro en persona. Sin llegar a ser una infidelidad, puede ser un riesgo. Estamos viendo en los casos de infidelidad situaciones que han empezado como un tonteo y que no han sido capaces de parar. Los medios técnicos son buenos, pero es fácil que se nos vayan de las manos si no tenemos cuidado. Hay gente que es consciente y de vez en cuando revisa cómo usa todas las herramientas de redes para volver a ordenarse.

—En definitiva, ¿el acompañamiento familiar es imprescindible hoy día?

—Imprescindible, no; pero sí muy útil. Porque las familias que quieren cuidar sus relaciones están muy solas. Caminar en soledad es más complicado que hacerlo en grupo. Si vas a una sesión de formación, donde hay otras familias que están interesadas en lo mismo, ves que no eres un friki por intentar sacar adelante a tu familia, sino que hay muchos otros frikis. Te sientes más arropado.

Y mi experiencia, tras haber recibido formación y acompañamiento es que, aunque hay muchas cosas que ya sabes, el hecho de obligarte a parar para hablar de cosas importantes es muy valioso.

Poder tratar esas cosas de las que decimos alguna vez: “Cuándo vamos a quedar para hablar de esto…”. Lo urgente te come el terreno y a veces el único modo de abordarlo es establecer un momento.

(Extracto de entrevista realizada a María Álvarez de las Asturias por Jose María Navalpotro en la Revista Mundo Cristiano, Especial Familia)