Claves para comunicarnos bien y sentirnos queridos - Instituto Coincidir
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Claves para comunicarnos bien y sentirnos queridos

Una buena comunicación basada en el respeto y en la confianza es la pieza clave para que una relación funcione bien, esto es aplicable a todo tipo de relaciones, de pareja, familiares, de amistad, laborales, etc. Muchas de las causas de los conflictos en la pareja o en la familia se deben fundamentalmente a problemas de comunicación. Cuando pensamos en este tipo de problemas tendemos a creer que se trata de que no hablamos lo suficiente; sin embargo, estudios recientes sugieren que no se trata de ausencia de comunicación sino de una mala comunicación. Cuando la comunicación es inexistente habitualmente se debe a que en el pasado se han vivido situaciones en las que la comunicación no ha sido efectiva, provocando un profundo dolor. Se ha aprendido que es mejor no comunicar que hacerme cargo del sufrimiento que provoca una falta de acuerdo o bien la incomprensión. Se trata de una estrategia de supervivencia, un mecanismo de defensa que tiene la función de protegernos.

Aspectos clave para conseguir una buena comunicación:

  • Distribución del poder: está relacionada con los roles en la pareja. Una familia sana tiene una estructura de poder clara y simétrica. En una pareja feliz los miembros se cuidan mutuamente y se ayudan a crecer, a ser mejores personas. Los roles se van intercambiando, adaptándose a la situación, son flexibles. Puede haber desequilibrio de poder en un área, siempre y cuando haya equilibrio global. Las luchas de poder no existen, esto facilita que haya una complicidad en la pareja que promueve el buen desarrollo de los hijos. Un padre debe ser capaz de corregir a un hijo y de exigirle con cariño para que ese niño desarrolle todo su potencial en función de su edad y de su temperamento, y el otro de abrazarle y de comprenderle, para ello tiene que existir una gran confianza y complicidad entre ellos. Un padre fomentará el cuidado y el otro la autonomía, estos papeles tienen que ser flexibles e intercambiarse en función de las circunstancias.
  • Afecto: en las familias y/o parejas donde se expresan de manera adecuada sentimientos tanto positivos como negativos se desarrolla una buena autoestima y la asertividad, entendiendo por asertividad la capacidad de expresar nuestros sentimientos, opiniones, necesidades y preferencias de forma adecuada; respetando, al mismo tiempo, los de los demás. El resultado es una buena educación afectiva basada en el respeto y el cuidado y un ambiente familiar armonioso. Por el contrario, en las familias y/o parejas en las que predomina la expresión reproches, miedo, disgusto, culpa, ira, etc. existiendo poca o nula manifestación de cariño, afecto y comprensión se promueve una baja autoestima, un retraimiento y una baja capacidad de gestionar los conflictos.
  • Claridad en la comunicación: tiene que haber una congruencia entre lo que se dice y lo que se quiere decir, la ambigüedad en la comunicación o los dobles mensajes generan confusión y desconfianza. Imaginemos que tenemos un hijo adolescente que tiene una fiesta con sus amigos, al salir le decimos “pásalo fenomenal, disfruta un montón de la fiesta” y después añadimos “hijo, ya sabes que yo no duermo hasta que no llegas a casa, me preocupo demasiado; si no duermo mañana voy a tener una migraña tremenda y no me voy a poder levantar”. Con esta actitud lo que conseguimos es que nuestro hijo llegue pronto a casa pero no que disfrute de la fiesta.
  • Conflicto: la interacción familiar y de pareja conlleva tolerar cierto nivel de conflictividad. Tanto la alta conflictividad como la ausencia total de conflicto no favorecen una buena relación. Es inevitable que se den situaciones en las que no estamos de acuerdo y que tengamos puntos de vista diferentes, transmitir de manera adecuada nuestras opiniones y nuestros sentimientos nos ayudará a conocernos mejor y a crecer en empatía y asertividad. Una buena práctica es fomentar el sentido del humor, la risa alivia el estrés, mejora el estado de ánimo, promueve la creatividad y nos hace más resilientes. Reírnos de nosotros mismos nos permite distanciarnos de nuestras emociones y crear una sensación de intimidad y conexión.
  • Escucha activa: consiste en escuchar mostrando interés por lo que nuestra pareja o nuestro hijo o hija nos quieren decir, parafraseando lo que nos dicen para asegurarnos de que los estamos comprendiendo bien y pidiendo información sobre esos aspectos que no entendemos. De igual manera es importante estar atentos a sus emociones, a lo que nos están transmitiendo a nivel afectivo, a sus necesidades en ese momento. Una buena comunicación consiste en captar tanto el mensaje verbal como el no verbal (gestos, postura corporal, tono y volumen de la voz, mirada, etc.). Cuando una persona se siente escuchada, comprendida y aceptada tal cual es desarrolla un autoconcepto positivo y una sana autoestima. Sentirá confianza y seguridad en sí misma, se verá valiosa y merecedora del afecto y respeto de los demás.

Maria José Ruiz Pastor

Psicóloga